dimarts, 7 de gener del 2014

Que soy fuerte, he dicho.

Soy fuerte. Repito, soy fuerte. Nadie me va a hundir, y menos por amor. ¿Qué pensaría la gente si mostrase debilidad? No, no soy débil. Una chica, una simple chica, que es igual que todas, no va a poder conmigo. No tiene nada de especial, no me deprimiré porque no me quiera. No le daré esa satisfacción. Soy fuerte, soy una roca. No tengo sentimientos, o no los voy a mostrar al menos. Si caigo, me sacudo el polvo y sigo caminando. Nadie puede conmigo, nadie. Y menos una zorrilla barriobajera. Una zorrilla barriobajera, sí, eso es. Pero con un pelo bonito. Con un pelo precioso, castaño claro y liso, y fino y brillante, que parece la más bellas de las sinfonías combinada con las olas de un río. Y con aquellos dos ojos marrones miel, mi criptonita; aquellos a los que nunca puedes decir no, es imposible. Y aquellos labios, carnosos, perfectos, de color rosa oscuro, que querrías besar y no soltar jamás. Y aquel cuello, que tanto me ponía, donde me había perdido numerosas veces, y de donde no quería salir nunca. Y aquel pecho enorme, moreno, firme, que tanto me gustaba agarrar y besar. Y aquella espalda, morena también, por la que tanto me gustaba sorprenderla y abrazarla, y por donde me gustaba desatar el sujetador y tirarlo al otro lado de la cama. Y la curva preciosa que hacía antes de bajar hacia el culo, y su culo, mi parte favorita de su cuerpo. Y aquellas dos piernas que, con solo caminar, ya te excitaban, pensando en qué pasaría más tarde cuando nos quedásemos solos en casa. Pero, también su personalidad, sus ganas de vivir, de conocer. De reír. De estar conmigo. De enfadarse como si fuese una niña pequeña. De abrazarme, follarme, besarme.
Y ahora la he perdido. 
Y ya no estará nunca más a mi lado. 
Y no creo que pueda superarla jamás.

-Alejandro.

1 comentari: