dissabte, 23 de febrer del 2019

Florecer.

Antes entendía el amor como el que necesita a alguien. Lo entendía como algo que había que consumir hasta desgastar. Y desgastar conlleva a algo tan sencillo como el desaparecer.  

Antes entendía el amor como algo que ahogaba y comprendí que por eso el verbo amar contenía la palabra mar. Ese charco azul en el que te mantienes a flote o te hundes. Y yo, ilusa, concebía el amor como una constante lucha en la que mantenerse a flote sabiendo que en cualquier momento, una insignificante ola iba a acabar con todo el esfuerzo por llegar a tierra firme. 

Antes, concebí el amor -el primero- como la persona sin la que no podría vivir. Pero amar nunca es como esperas porque siempre hará lo que le dé la gana. El amor hoy fluye y mañana se descompone y tú, tú sigues respirando. Y es ahí donde te equivocabas porque claro que vives. Te quitas el antifaz que te habías puesto y vives. Deshaces los nudos que tenías a medio camino de romper llorando y vives. Te guardas los suspiros intentando esconderle al mundo que los sueltas por echar en falta y vives. Sales ahí fuera y vives odiando lo que significa el amor porque la ausencia de él te aprieta y te deja sin aliento. Te vacía de tal manera que te abre una brecha en el pecho. Pero vives.

Hoy, y después de haber vuelto a querer, concibo el amor como el que comparte y vuela. Y ya no necesita. Entiendo el amor como el encontrar a alguien y elegir caminar parte de tu vida a su lado aun sabiendo que podrías vivir perfectamente sin esa persona. Es alzar el vuelo en distintas direcciones y aun así siempre encontraros para reíros de los logros y las metas que hace un tiempo tanto miedo daban. Lo entiendo como un viaje en tren donde al final acabaran existiendo distintas paradas pero que disfrutareis al máximo cada minuto. Entiendo el amor como algo que me hace feliz y no me da miedo. Entiendo el amor como el encontrar un pedacito de ti en alguien y disfrutar de lo bien que encajáis. Hoy, por fin, comprendo que el amor no ahoga, ni aprieta, ni abre brechas en el pecho, ni deja marcas imborrables. Hoy entiendo que el amor solo deja recuerdos felices que a veces echarás en falta, no por la persona, sino por lo que significó para ti amar bien por primera vez en toda tu vida. Porque nunca entendí eso de querer bien, solo me importaba querer mucho y que también lo hicieran. 

Porque amar no ahoga, te hace florecer. Y yo, a partir de ahora, sólo quiero florecerte.