dimecres, 19 d’abril del 2017

Frío de ausencia.

Llega el calor y tengo frío
de ausencia,
de ti.

Y tiemblo,
no por el frío sino
por las lágrimas que me sacuden
al sentir que
no
estás
aquí.

Es jodido, ¿verdad? Ves como pasan las horas y sientes que el mundo es capaz de seguir aunque a ti te hayan roto el corazón. Yo hace mucho que me di cuenta de que la vida nunca se va a detener por ti, no habrá pausas, ni vueltas atrás, ni podrás repetir aquello que en su día te hizo feliz. La vida pasa y las personas también lo hacen. Solo necesitas una milésima de segundo, tan imperceptible, y ya nada vuelve a ser lo que era. Por mucho que lo intentes, no te engañes, hazlo por ti.

Lo que suele pasar es que a veces llega un momento en tu vida en el que debes elegir entre aquello que te hace feliz y entre lo que crees que es mejor para ti y no, no siempre es lo mismo. No intentes pensar lo contrario, no llegarás a nada. ¿Nunca os habéis encontrado en un momento de vuestra vida en el que debéis decidir ser infelices con la ausencia de alguien solo porque los recuerdos que os quedan no os van a devolver a la persona que tú sabes que necesitas y ya no está? Es difícil.

Ojalá, ojalá no tuviéramos que hacerlo,
ojalá no nos viéramos obligados a irnos,
a partir
a dejar
de
existir.

¿Nunca os habéis parado a pensar la cantidad de "nosotros" que se habrán perdido por el camino? O la cantidad de veces que no se habrá cuidado a alguien justo cuando lo teníamos ahí, creyendo que nunca se iría. Pero...¿lo ves junto a ti? Solo hay ganas y ausencia. Dicen, o al menos lo he escuchado por ahí, que irá a menos. Y que los recuerdos se reducirán a polvo que se podrá soplar de la misma forma que las llamas acaban siendo ceniza, como aquel cigarro que se consume y como aquel río que al fin muere. Supongo que todo acaba, es cosa de la vida. Y del tiempo.  Porque me he dado cuenta de que, al fin y al cabo, no importa la cantidad de ganas que le pongas a algo ya que habrá veces que será como darse una hostia contra un muro de hormigón. Una y otra vez, y otra, y otra. Contra más te la das parece que menos duele, quizás porque ya te has acostumbrado al golpe o porque siempre sabes que, por mucho que tarde, acabarás en el mismo sitio en el que empezaste.

Sola y destrozada.

Y con el mismo discurso detrás, siempre.

"Siento que no te merezco y,
deberías encontrar a alguien mejor
Quererte y..."

Joder.

Cómo se supone que debo sentirme cuando día a día intento quererme y aparece alguien que hace que me olvide hasta de mí. ¿Cómo? Siempre intento ser suficiente, darlo todo de mí para luego recibir siempre un "mereces a alguien mejor" Mejor que qué. ¿Para quién? Estoy cansada de que la gente decida por mí lo que merezco y lo que no, lo que me debe de hacer feliz o lo que debo hacer con mi vida. Me he cansado de dejar los miedos e inseguridades atrás porque cada vez que lo he hecho, cada vez que mis ganas de intentarlo eran superiores a mis miedos, he acabado perdiendo.

Y ésta, ésta vez no es de esas veces en las que también se gana. Se pierden las ganas de todo. Literalmente.

Te sientes vacía,
fría,
perdida.

Es una de esas veces en las que dudas poder volver a encontrarte.
En las que te miras y no te reconoces.
En las que te preguntas qué coño hacías con tu vida antes de esa persona. Y no, no lo recuerdas. Nunca.

Y al final sabes una sola cosa, quizás no sabrás cuando dejará de doler -si es que lo hace-, ni cuanto tiempo necesitarás para volver a ser la que eras -si recuerdas quién eras antes de romperte de nuevo-, tampoco sabes si serás capaz de arriesgarte en la vida por miedo a que acabes sintiéndote de nuevo así. Y lo único que sabes es que te has dado cuenta de que, antes de aquella persona, solo sobrevivías. Que al fin y al cabo lo que ocurre, ¿sabéis que es? Que acabamos sintiendo que aquella persona que te da la vida, si se va, te la quita.

-Ann.