dimarts, 8 de març del 2016

Dices que te buscará quién espera que le busques.



La miraba e intentaba verte a ti pero solo era una absurda copia que muy en el fondo sabía que no llegaba a ser ni la mitad de especial que lo fuiste tú. La miraba y quería sentir lo que sentía cuando estuve contigo y me cabreaba yo mismo al darme cuenta de que así no iba a funcionar. Intentaba que su sonrisa fuera como la tuya pero cada vez que la miraba me parecía totalmente distinta. Me miraba y no eran tus ojos los que lo hacían. Y en su momento pensé que cuando la tuviera entre mis brazos y la abrazase así como sentía que lo haría contigo, creía que ese vacío que hace meses se formó en mi, borraría tu ausencia y sentiría que estaba donde tenía que estar pero la abracé y no pasó nada porque no eras tú. En ese momento me prometí que era cuestión de meses, que al fin y al cabo acabaría volviéndome loco como otras personas lograron en mi. Me empecé a fijar en cada mínimo detalle; cuando sonreía se le marcaba un hoyuelo pero justo en el lado contrario al tuyo, y si te digo la verdad hubo un par de veces que me atreví a acariciarlo, despacito; porque dicen que cuando alguien sonríe y tiene hoyuelos al hacerlo es como si floreciera la primavera y no podía destrozar algo tan bonito como eso. Me di cuenta que cuando reía a carcajadas, lo hacía de forma extraña y parecía que una vez que empezaba no podía parar; como todas aquellas veces que tú y yo nos reíamos donde no debíamos y tú -aún habiendo yo parado- seguías y te escondías en mi cuello intentado calmar algo que sabías que no podías. Me fijé que cuando se enfadaba siempre fruncía el ceño y se le formaban unas arrugitas en la frente, como las tuyas en los ojos cuando reías. Con ella aprendí que no podía hablarle después de cabrearme porque corría el peligro de salir dañado y en una de esas me acordé que tú eras todo lo contrario; venías a mi por muy enfadados que estuviéramos y me decías que me querías y aunque yo te siguiera diciendo cien mil estupideces tú no dejabas de responder te quiero; siempre decías que eso era lo que nos mantenía unidos; el querernos tanto y el importarnos tan poco lo jodidos que estuviéramos. 
Me fijé en que siempre tenía los pies fríos como tú pero no sé por qué no dejaba que jugase con los míos mientras dormíamos tan solo para entrar en calor, aunque bueno digo que no lo sé pero sí lo sé; supongo que si la hubiera dejado habría sentido que estaba haciendo algo que no le pertenecía a ella. Me di cuenta, también, de que odiaba madrugar, de que podría tirarse horas y horas durmiendo mientras el mundo seguía... ¿recuerdas la infinidad de veces que te levantabas temprano y no dejabas de darme la lata tan solo para despertarme y estar contigo? Porque yo sí. 
Y nunca me había fijado hasta hace poco; casi nunca voy con ella de la mano, parece fuera de lugar aunque todo el mundo ve lo mucho que supuestamente nos queremos, que la quiero. Tú ni me soltabas, ¿te acuerdas? Y si tenías que salir corriendo porque habías visto algo que te gustaba, me llevabas contigo sin importar nada, aunque tuvieras que pisotear alguien, siempre íbamos de la mano. Incluso te enfadabas con esas farolas que estaban en medio y hacían que tuviéramos que soltarnos; qué estupidez. Eso era lo que pensaba siempre, que no podías ser tan tonta pero lo eras y yo muy en el fondo -aunque quizás no tanto- lo adoraba. 

Y pasaban los meses y aunque la cosa había cambiado, no había día en el que no te comparase con ella, cómo si le faltase algo, como si no fuese lo suficientemente buena aún pensando que sí lo era pero entonces llegabas tú y dejaba de parecérmelo. Y odiaba eso, odiaba y lo odio que me hayas hecho esto o que yo mismo me lo haya hecho pero supongo que la vida es eso; que te dejen, tener que alejarse incluso cuando deseas quedarte aún sabiendo que no deberías hacerlo. Y no sé por qué, ni qué pensaba en ese momento en el que decidí que lo nuestro ya era historia; supongo que tienen razón, que valoras lo que tenías cuando ya ni lo tienes. He sido uno de esos tontos que no ha sabido verlo hasta ahora y lo único que me queda es seguir como si nada, pretendiendo ser feliz con alguien -que aún haciéndomelo- nunca llegará a ser lo que fuiste tú en mi y no sé por qué a veces me da por pensar que algún día me echarás tanto de menos como lo hago yo y vendrás a buscarme, por eso yo no lo hago; porque yo fui el que se fue y no tengo derecho a hacerlo aún deseándolo pero no me importa, yo sé que estés donde estés, me acabarás buscando; sólo me queda esperar, esperarte.

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Se le ve feliz así que supongo que realmente lo es. Incluso sonríe sin darse cuenta, de la misma forma que lo hacía cuando me miraba y creía que yo ni le veía; claro que lo hacía pero ahora las cosas son distintas; ahora soy yo la que te mira y sonríe aunque veces ni lo sienta, no porque no te quiera, sino porque duele ver que vuelves a ser feliz. No me quejo, pero sí me duele. Duele vivir constantemente con tu ausencia y que se haga más presente al darme cuenta de que tú has sido capaz de seguir adelante. Supongo que yo también podré pero no es algo que ahora mismo vea, que parece que solo quiero verte a ti. Llego a casa y te busco mientras leo uno de mis libros; ¿te acuerdas cuando lo hacía? Siempre quería leer, ya sabes que lo amaba y lo sigo haciendo y tú siempre ponías caras raras de vez en cuando, me mirabas y yo fingía seguir leyendo mientras me reía; empezaba a reír y tú me imitabas y no había quién nos parase. Nunca nadie podía pararnos, incluso llegué a pensar que ni el mundo entero podría pararnos, que nadie podría con nosotros. Recuerdo la de veces que te cogía las manos cuando intentabas morderte las uñas, y jugaba con ellas aunque en tu cara se viera que eso te fastidiaba pero sé, porque lo veía, que sonreías cuando lo hacía. ¿Te acuerdas tú? Ojalá y lo hicieras y no tuvieras ojos para esa chica que tanto sabe hacerte feliz. 
Me acuerdo, cómo no hacerlo, de que siempre me despertaba la primera y te hacía cosquillas con mis dedos, intentaba no reírme -lo prometo- pero era ver tus gestos involuntarios en tu cara y no poder evitar reírme aún despertando al mundo, aún despertándote a ti. Te cabreabas y yo te decía que te quería, porque sí, porque cualquier hora es buena para hacerte saber lo mucho que llego a quererte. 

Y la de veces que nos hemos quedado mirando películas hasta las tantas, siempre era yo la que insistía en quedarse a verla mientras tú te medio dormías. Ponía los pies encima tuya y me los acariciabas aún sabiendo que tenía cosquillas pero te gustaba sentir mi piel fría en contraste a la tuya que siempre estaba ardiendo. ¿Recuerdas tú la infinidad de veces que me abrazaba a ti incluso en los momentos que no tenía que hacerlo? Siempre protestabas pero me acababas abrazando incluso más fuerte aún siendo de esos que no eran de demostrar las cosas delante de la gente, ni siquiera de mi pero tenías una forma tan especial de decirme que me querías; me mirabas fijamente -qué se yo- minutos, te mordías el labio y sonreías a más no poder y me decías que era una idiota, que no podía ser más tonta, que ojalá dejase de ser tan pesada pero aunque la gente pensara que eran unas simples palabras; yo te miraba a los ojos y, joder, lo bonito que se veían los te quieros en ellos no lo sabe nadie más que yo. Ni siquiera esa chica con la que tanto parece que os queréis y digo parece porque la mirada que le echas no es ni de lejos la que tenías cuando me mirabas dormir y lo sé porque realmente no dormía. 

Tenías esa tonta manía de que cada vez que entralazábamos las manos, no dejabas de acariciar -y no sé si era inconscientemente o no- mis nudillos; lo hacías con tanta delicadeza, como si supieras que era fácil de romper, que era más frágil de lo que parecía. Te empeñabas en cuidarme y protegerme pero no sé si lo hacías de la gente o de ti, supongo que no llegaré a saberlo. Lo que sí sé es que fuimos felices a más no poder, que no había día en el que no sintiera que eras lo único que había hecho bien en la vida; que éramos tú y yo y nada podía ir mal. Eso es lo que siempre quieres pensar, que nada va a poder con esto, que nadie va a poder acabar contigo pero el problema que tenemos es que el que acaba con nosotros es el mismo que también te cuida. Y eso, eso solo lo sabes cuando ya es demasiado tarde pero supongo que la vida es eso; que te dejen, tener que alejarse incluso cuando deseas quedarte aún sabiendo que no deberías hacerlo. Y eso es lo que a veces pasa, que tienes que irte aún sin quererlo, que hay trenes que tienen parada y que no son la tuya; que hay personas que hoy te necesitan y mañana quieren a otra. Y supongo que eso es lo que nos acabó pasando; que ese no era nuestro momento y que quizás no supe hacerte lo suficientemente feliz. Decidiste buscar tu camino y yo intentar fingir que lo busco. Y tú lo encontraste y realmente pareces feliz; eso es lo que la gente dice y lo que yo quiero creerme; quiero creerme que no me buscas en ella; que no echas en falta ni siquiera una pizca nada de lo bueno que teníamos, que realmente sabe cuando tiene que cuidarte y cuando dejarte estar, que sabe que odias que se abracen a ti cuando duermes aunque en ocasiones eras tú el que siempre me abrazaba. Que no te gusta que te besen delante de nadie -aunque a veces he visto que lo haces-, que no te gusta que te toquen el pelo o que te lleven la contraria salvo para hacerte reír, como yo acababa haciendo. Espero que ella sepa todo eso de ti y que realmente tú la quieras a ella y no pienses en mi. Eso es lo que mi mente espera; pero como tú ya sabes y con lo romántica que soy; el corazón siempre es el que manda y el que espera que a cualquier día, a cualquier hora te gires buscándome y yo esté ahí intentando pillarte la mirada y que entonces, solo en ese momento -aunque sea solo unos segundos- pienses si realmente ella es lo que quieres y que -si el mundo quiere- y si tú quieres, todo vuelva a ser lo que era porque vendrás a buscarme. 

Porque hay trenes que pasan dos veces en ésta vida y hay oportunidades que no hay que dejar pasarlas, aunque sepas que al cogerlas, el dolor -en ocasiones- irá de la mano pero ¿y lo bonito que es querer hasta al punto de doler qué? Solo espero que en una de esas te des cuenta de que ella no es yo y me eches tanto de menos como yo sigo haciendo y decidas buscarme porque te das cuenta de que la vida es una jodida mierda si no nos tenemos. Así que adelante, intenta ser feliz, inténtalo de verdad que yo, como siempre, esperaré a que vuelvas y soñaré con el momento en el que por fin volvamos a encontrarnos. 





"Y la de historias bonitas que se ha perdido la vida solo porque crees que es el otro quién acabará viniendo a ti, y lo único que haces es esperar a que pase algo, y lo que pasa es que al final esa persona acaba siendo realmente feliz sin ti solo porque tú crees que si te quiere te buscará, ¿es que acaso tú no lo haces como para hacerlo?"

-Ann