dissabte, 4 de novembre del 2017

He estado buscándome y, que suerte, he dado conmigo.

Ha vuelto a irse y, duele.
He vuelto a perderme, y no me importa.

Parece que me encuentro en un callejón sin salida del que todo aquel que entra, sale. Menos yo. 
Parezco una estación de tren en la que constantemente llegan trenes, se quedan un par de segundos y vuelven a irse sin mirar atrás, sabiendo que quizás en algún momento vuelvan a estar ahí. Otro par de segundos sin importar aquello que se queda. 
Parezco un aeropuerto, en constantes despedidas. Lágrimas, abrazos, ausencias y frío, mucho frío. Algunos se van para no volver. Otros quizás lo harán pero tarde o temprano deberán partir. 

A veces me siento como una persona de paso, como el salvavidas que impide que te hundas, como el paño de lágrimas que una vez que seca, ya no importa. Parezco una parada en la vida de las personas donde depositar momentos infelices mientras me paso media vida deseando encontrar momentos, instantes de pura alegría y éxtasis sentimental, o felicidad. Llámalo como quieras. Parezco el anclaje de la vida de muchas personas que cuando están bien, yo ya no estoy. Ni para ellos ni para mí. El problema seguramente será mío, me paso los días intentando arreglar la vida de los demás creyendo que en algún momento ellos solucionarán la mía. Pero al final del día solo estoy yo. Soy lo único que me queda. Y a veces solo quiero aferrarme a la idea de que la gente me devolverá lo mismo que yo doy pero esperas y solo recibes eso. Espera.

Esperas hasta que vuelven a necesitarte de nuevo. Y estás. Bien o no pero estás.

Del mismo modo que en ese instante no importa como estés. Nunca lo hará. Y eso también duele. Ves como la gente se marcha después de dar parte de tu vida por ella y aun así crees que es por ti, por haberlo hecho mal. Por no dar ni ser lo suficientemente buena. 

Y no sé por qué te preocupas, volverán cuando sientan que no pueden. Cuando necesiten un hombro, un abrazo, un "todo irá bien". 

Pero aún así cuando eso sucede, cuando alguien se va. Duele. Pero, ¿sabéis qué? Yo he vuelto a perderme y hoy sí que me importa.

Me importa el ser yo para mí, el estar para mí. El ser mi propio salvavidas aunque a veces sea la misma que me hunde. Me importa más tenerme que no tenerte, aunque eso también me duela. Todo son heridas que con el tiempo te recordarán donde estuviste y dónde no quieres volver a estar.

Y lo siento pero hoy estoy segura de que no quiero tenerte más aquí, no quiero sentir que me necesitas cuando el mundo se te cae encima y olvidarme cuando sientes que no te hace falta más para ser feliz. No quiero tenerte así porque eso, eso no es tenerte ni es nada. Y aunque duela, da igual. Haré que no me importe, haré que con los días vaya a menos porque, déjame decirte algo, al irme de todo esto no soy yo la que acaba perdiendo, te lo aseguro. Así que basta de ser estaciones de tren, pausas para la vida de alguien, aeropuertos o cualquier otra mierda porque ésta vez soy yo la que coge ese avión para vivir el viaje de su vida. Esta vez soy yo la que se va y no va a volver. Y el destino: encontrarme. Y mientras eso pasa espero que, cuando te des cuenta de las cosas, quieras venir a decirme adiós y yo ya esté muy lejos de ahí, muy lejos de ti. Y lo haré sin mirar atrás, te lo aseguro.



Volví a perderte, y ya no me importa.
He estado buscándome y, que suerte, he dado conmigo.