diumenge, 4 de febrer del 2018

Heridas que pasan a ser guerras vencidas.

Han pasado ya unos años y aún hay días en los que todavía siento que me han quedado muchas cosas por decirte. Es como si quisiera o necesitara contarte parte de mi vida después de ti. Y te confesaré algo, me daba un miedo atroz que mi vida después de ti solo fuera eso, un después insignificante y vacío. Y desde entonces han pasado tantas pero tantas cosas y... no sé si lo recordarás pero hace un tiempo te escribí una carta en la que me despedía de ti, con la que intentaba decirte adiós para poder crecer y seguir. Buah, parece que hayan pasado muchos años desde entonces y, si te soy sincera, aunque la herida que dejaste está curada y cicatrizada, tengo la sensación según van pasando los meses que, depende de como me sienta, la noto ahí. Como si la vida me quisiera recordar lo importante que fuiste o la marca que dejaste en mí. Porque en la vida he sentido que me hayan querido tan bonito como entonces. Y no sólo por ti sino también por mí y eso, eso quiero agradecértelo. Porque parece que cuando alguien nos rompe el corazón todo son cosas malas y, no sé, sientes que si el mundo acabara en ese momento te haría un tremendo favor pero, con el paso del tiempo, al menos yo, intento sacarle cosas buenas a la vida, o a que te hayan roto el corazón. Y quiero que sepas algo, contigo aprendí lo que significa amar, aprendí como debo de tratarme a mí, a soñar a lo grande, a no rendirme y a no conformarme con nada. Me enseñaste a luchar y a no quedarme sentada esperando que la vida me trajera cosas buenas, que debía salir yo a buscarlas. Aprendí que no todos los que te quieren, se quedan... que a veces duele menos irse o al menos quieres creer que con el tiempo ya no dolerá. Me enseñaste lo bonita que era cuando durante años la gente no dejaba de repetirme que no era como debía ser, que me decían que hiciera lo que hiciera, nadie me iba a querer. Contigo comprendí que lo malo se supera aunque duela, y que de todo se sale, aunque no tengas ni fuerzas ni ganas. Me enseñaste lo que duele dejar ir pero todavía más lo que acojona no saber qué vendrá y si seguirá o no doliendo como hasta ahora. Comprendí lo que era amar con los ojos cerrados y encontrarte en otra persona sin necesidad de abrir la boca, me enseñaste que una persona caerá mil veces y que debe levantarse sola. Me enseñaste tantas cosas. Y en parte me acojona, me da miedo que una sola persona me haya enseñado tanto y tener que hacerle frente a todo esto yo sola. Me da miedo ver como me pasa la vida y sentir que no vuelvo a sentirme de esa forma. Porque déjame decirte algo, quiero que sepas que he querido mucho después de ti. He querido bien y me han querido mal. Me han roto de nuevo el corazón. Un par de veces cabe decir, ya sabes que yo nunca tengo suficiente y que el amor me acaba pasando factura. De las gordas y de las que duelen. Pero no sería yo si no me arriesgase a volver a intentar de nuevo, no sería yo si no creyese que ahí fuera hay cientos de personas que sepan querer como tú: de esas que sienten rápido, de las que lo dan todo aun a riesgo de no saber lo que vendrá. Y no me importa el tiempo que deba pasar porque seguiré buscando y esperando que todo llegue. A que aparezca alguien que me quiera tan bonito que ni siquiera importe si algún día duele. 

Y mientras eso pasa, sólo quiero darte las gracias. Y sobre todo, decirte adiós, pero adiós de verdad. Y sin te quieros de por medio, aunque hace unos años pensara que seria imposible decirte esto. Decirte que no te quiero y que estoy empezando a quererme. Que como tu un día dijiste, estás tan bonita cuando te quieres. Y te juro, que quiero sentirme la persona más bonita y encontrar la mejor versión que tú nunca volverás a ver pero que, gracias a ti, empezó a volar. Porque me encontraba sin alas y desde tu marcha me he alzado al vuelo dispuesta a todo lo que venga. Porque la gente tenía razón, hay vida después de ti y que ésta se prepare porque voy a volar por todo el tiempo que he perdido y, te juro, que nadie podrá impedir que lo haga, ni siquiera tú, ni siquiera tu herida, ni siquiera la vida. Y ni siquiera yo. 

Porque a partir de ahora, mi corazón roto pasará de ser una herida a ser una guerra en la que hace ya un tiempo que salí ganando.