dimecres, 22 d’octubre del 2014

Yo sólo era bonita si era él el que me miraba y me lo decía.


Me apoyé en la barandilla del balcón sabiendo que, ésta vez, él no vendría por detrás y me abrazaría, que no me susurraría 'es preciosa' pensando que se refería a las vistas que se veían desde allí sin saber que mientras lo decía me miraba a mi. Ésta vez no sentiría el roce de su nariz por mi mejilla erizando mi piel a su paso ni tampoco su respiración a escasos milímetros de mi oreja haciendo que mi pulso superase el límite de velocidad y le estuviese a punto de poner una multa por superar lo permitido, por quererte a toda velocidad y sin frenos sabiendo que por esa sonrisa estaba dispuesta a estrellarme contra cualquier muro sin saber que, al final, sólo acabaría estrellándome con la realidad y ahí estaría, sola, mirando las vistas pensando en que no eran tan preciosas como él decía y que yo me convertía en más bonita si era él el que me miraba y me lo decía.


-Ann.

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