dissabte, 8 de novembre del 2014

¿Qué coño iba a hacer con ella?



La veías mirarte fijamente así sin venir a cuento y de la nada empezaba a reír a carcajadas; la veías y te enamorabas. Y yo no podía dejar de mirarla, por mucho que lo intentase y Dios sabía que lo había intentado pero en momentos como ese no podía despegar mi mirada de ella y sólo podía preguntarme un par de cosas; la primera '¿qué coño voy a hacer con ella?' la segunda; '¿por qué ha tardado tanto en aparecer en mi vida?' y añado una más; la tercera cosa que podía hacer era reír con ella sin saber que cada carcajada podía ser la última que iba a dedicarme. En ocasiones podía ser la chica más bruta de todas y mandarte a la mierda por hacerla daño pero en momentos como ese, veías con la delicadeza que se movía; intentaba taparse la cara para no verla así de feliz, veías como se apartaba ese mechón rebelde que quería perderse en la inmensidad de sus labios. Esos labios tan apetecibles, esos que yo acariciaba con sumo cuidado de no romperlos aún sabiendo que era capaz de destrozarlos a base de besos y mordiscos, no tenía miedo a hacerlo sabiendo que ese sería un destrozo bonito. Esa boca en la que tantas noches había respirado sus gemidos ahogados, las sonrisas que había llegado a besar. Podía enamorarme de su infinita melena, de sus ojos verdes a la luz del sol, de su voz pero inevitablemente lo que más me enamoraba era su boca- no solo por los besos que me daba- sino porque por ella se metía conmigo, adoraba su infinita testarudez, sus gritos cuando me portaba mal con ella e incluso el ruido que hacía cuando lloraba y aún así pensaba que seguía siendo la más bonita que mis ojos podían ver. Y bonita se le quedaba corto, era la persona que tanto esperas conocer y que crees que no existe hasta que llega así tan ella, tan risueña. Y en momentos como ese en el que ella reía sentía que se paraba el tiempo, que la vida no seguía, que mi pulso se perdía porque no había sonido más bonito que ese sabiendo que era feliz. Que cada risa de ella era directamente proporcional a cada lágrima que había soltado y hasta ahora habían sido muchas y no, joder, no se lo merecía. Era la que se desvivía por todos aún tiendo toda la mierda que ella llevaba encima pero aún así, de la nada, te miraba fijamente y se reía sabiendo que así la gente sería un poco más feliz porque para ella, ella nunca había importado pero entonces llega alguien como yo que empieza a conocer sus debilidades, sus miedos, sus lágrimas, sus errores, sus heridas y a día de hoy aún me sigo preguntando de dónde coño saca la fuerza que tiene para seguir riéndose de la vida porque ya no le tiene miedo a nada, no tiene nada que perder si hasta ella misma se ha perdido. Y en todo este tiempo que he tardado en conocerla solo intento que cada carcajada que deja en el aire sabiendo que éstas van al vacío sean de lo más sinceras y que en vez de quitarle aire y por consecuente; la vida, se la de. De la misma forma que su risa me la da a mi. 


-Ann.

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