dilluns, 1 de desembre del 2014

Él, mi gran amor y yo sin duda sin ser el suyo.



Llevo 84 días, dos mil dieciséis horas sin ti y mejor no te digo los minutos para que no pienses que me acuerdo mucho de ti, y aunque te lo diga te dará igual mientras para mi es una constante tortura porque cada segundo que pasa es uno más en el que no te tengo. He intentado ser fuerte y seguir con mi vida, así como parece que tú estás haciendo; con esa facilidad que me escuece, como si yo nunca hubiese sido tan importante como muchas noches me decías. Te veo feliz y aunque la parte racional de mi se alegra por ello, entonces llega mi corazón que se hace trizas un poco más (si eso es posible) porque siento que cada minuto que paso lejos de ti- más aún de lo que la distancia nos separa- es un minuto menos para que conozcas a alguna persona que vea en ti lo que yo vi y si por mi fuese; me llevaría ese secreto a la tumba para que ninguna chica llegase a quererte como yo hice y voy a seguir haciendo el resto de mi vida. 

Hoy, por casualidad, leí que en la vida hay dos tipos de amores; uno es el amor de tu vida y otro es la persona con la que te casas y pienso en ti y quería que fueses la segunda opción porque la primera ya hacía mucho que lo eras. Dicen que esa persona con la que naces destinada a encontrarte es la que sueles perder, esa con la que la química supera cualquier razón existente pero que nunca alcanzarán ese final feliz que tanto deseas. Y luego está esa otra persona que podrá hacerte feliz, sí, pero no habrá ni un puto día en el que no recuerdes o necesites esos besos que el gran amor de tu vida te dio. Esa persona en la que estás pensando en estos momentos y que ya no está. Y por eso llevo 84 malditos días pensando en ti porque sé que pasarán muchos más en los que desearé por encima de todo discutir contigo que hacer el amor con otro cualquiera, todos esos días en los que espero encontrarme un mensaje en el teléfono que me diga:

"he venido para quedarme y ésta vez quiero que sea para siempre."

Y no sé por qué pero ese mensaje nunca llega, quizás es que su corazón está apagado o fuera de cobertura y ya no me necesita ni me busca y eso me duele, me duele porque no hay día en el que no me entren esas tontas ganas de llamarle solo para decirle que le quiero un poquito más que ayer. Y solo siento que pasan los días, mañana otro más en el que no le tengo y siento que le quería incluso antes de perderle, que no soy esa clase de personas que necesita perder a alguien para decirle lo mucho que le quiere. Lo que él no sabe es que siempre que dejábamos de hablar, le decía te quiero porque nunca sabía cuando sería la última vez en que tendría la libertad de gritar a los cuatro vientos esos te quiero, hasta que llegó. Y no sabéis lo que llega a doler el saber que nunca más vas a recibir un te quiero tan sincero como el de él, y aunque lo recibas sabrás que no vale ni la mitad de lo que valían lo suyos. Y siento que cada segundo que pasa es un segundo menos para que él encuentre a ese amor de su vida porque yo, sin duda, no fui el suyo. Y él, sin duda, seguirá siendo siempre el mío, pasen los días que pasen, encuentre a quién encuentre, sé que si alguna vez llego a verle, mi corazón volverá a estar con vida como cuando le conocí porque parece que ahora no late y si lo hace lo hace por latir, por vivir, por seguir. Y yo en estos momentos; ciento veinte mil novecientos sesenta minutos después, uno más o uno menos, no lo sé, siento que no puedo sin él, que no quiero. Que no siento, que no vivo. Que solo lloro y sobrevivo pensando en que quizás algún día volvamos a encontrarnos y él me siga queriendo aún sabiendo muy en el fondo que si nos volvemos a ver; él ya será feliz sin mi. Es fácil, ya lo está siendo y yo por dentro siento que voy muriendo. 

-Ann.


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