dissabte, 10 d’agost del 2019

Dolor dormido.

Llegas de la misma forma que te fuiste, y no digo preciosa, hablo de la poca consciencia que tienes porque vuelves sin saber que eres capaz de despertar cualquier dolor que ya estaba dormido y en paz. El dolor, aparece y me saluda como si me hubiese echado de menos cuando él sabe la cantidad de tiempo y tierra que le he echado encima para poder enterrarlo. 
Eres como la sensación de haber recibido un portazo en las narices pero que ésa misma puerta acabe abriéndose de nuevo como si intentase lograr ser tu hogar. Hablo de ti como del resurgir de las cenizas que intentan volver a su estado natural solo para intentar volver a romperme unos esquemas que ya están más que rotos y, que ya no tienen tiempo para tonterías.

Fuiste casa y también pesadilla. Fuiste lluvia y polvo. Fuiste hueco vacío y esperas eternas. Fuiste un millón de te echo de menos y otros mil por qués que acabaron desgarrando todo lo que me atreví a dar de mí. Fuiste calma y tempestad y es que, me atrevería a decir que, entre ellas, siempre disfruté más de tu lluvia y de tu fuerza como si no destrozara. Y con ellas acabé aprendiendo que hay lluvias que es mejor disfrutarlas y otras llorarlas hasta dejarlas fuera.

Fuiste y vuelves a ser pero ahora solo eres herida que tan solo pica. Fuiste y, después de tanto solo hay dos cosas que tengo claras: la primera, hace un tiempo habría sido capaz de ir con todo si me lo hubieses pedido y, la segunda, que por mucha calma que fueses, por muchas lluvias en las que me quedé, quizás hoy ya no llueve pero una parte de mí siente que se acerca la tormenta y otra, que solo sé que quiero volver a casa.

-Ann.


1 comentari:

  1. Me encanta como escribes, como te expresas, siempre me siento identificada.
    Me encantas.

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