dissabte, 26 de gener del 2019

Huecos.

He hecho planes con el hueco vacío que has dejado en mi cama. He dejado de cruzar semáforos en verde porque el riesgo de hacerlo cuando el mundo nos lo prohibía era jodidamente más emocionante, aunque siempre supe que era por ti. Ya no cierro la puerta con llave por si tu recuerdo decide volver y empezar a desnudarse por el pasillo para acabar perdiéndose de espaldas a mi ventana. 
La ausencia de tu toalla en el cuarto de baño se burla de las ganas que aún te tengo en la ducha. En la cama y en cualquier parte que estuvimos. Recuerdo que el mundo nunca fue capaz de entender donde empezabas tú y dónde terminaba yo.  

Barcelona me recuerda la de calles que quisimos recorrernos y las pocas que tuvieron oportunidad de vernos besándonos. Tu ciudad se muere de ganas por verme pasar aunque, hoy, todas aquellas ciudades que lucharon por mantenernos lejos, se ríen porque lo único que nos quedan son los recuerdos que, poco a poco, ni los reconozco. A veces incluso pienso que son solo sueños.

El café solo de las mañanas me recuerda que lo estoy. La taza sucia se ríe porque ésta vez no habrán unos brazos que me abrazarán por la espalda y que acabarán con las ganas que tenemos de nosotros. Ya no habrán carteles de "no molestar" en la puerta de cualquier hotel porque ya no nos queda lugar donde poder perdernos y encontrarnos en las manos del otro. 

Tengo las manos y toda la vida llena de ganas y no sé que hacer con ellas. Solo sé que hoy, cariño, he vuelto a hacer planes con la ausencia que me espera al otro lado del sofá y ya hace más de una hora que llegas tarde. 

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